domingo, 5 de septiembre de 2010

Ganadores de la Disciplina CUENTO

1º Nivel
DORADA: "Habia una vez la tierra" - Elías Axel Armando - EDEM Nº 1203 - Berna
PLATEADA: "La Decisiñon" - Katerina Silva - EDEM Nº 1203 - Berna
BRONCE: "Frío refugio" - Alesandro Aquino - EDEM Nº 1203 - Berna

2º NIVEL
DORADA: "Por el compromiso al trabajo" - Sofia Stechina - EDEM Nº 203
PLATEADA: "Tiempo fuera" - Milagros González - EET Nº 461
BRONCE: "El rey dragón" - Contanza Bandeo - EEMPI Nº 8113

Había una vez, la tierra

"...Había una vez la tierra. Y había una vez Marte.
Estaban muy lejos uno del otro, en medio del cielo
y alrededor había millones de planetas y galaxias..."
Los tres cosmonautas
Umberto Eco

Dicen que algunas hadas pierden sus cosas en el trayecto de su viaje. Esta no era un hada, pero parecía. Era hermosa, deslumbraba... Se llamaba Rubín.
Durante varias noches, Rubín soñó que un monstruo se revolcaba en un charco de barro. Luego se levantaba, soplaba y todo quedaba limpio instantáneamente.

al principio, Rubín no lo dio importancia, pero después, al repetirse el sueño durante varias semanas, interpretó que era un mensaje. Hasta que un día, cuando estaba bien despierta encontró la explicación.

Hacia mucho, muchísimo tiempo, cuando los ríos eran caudalosos, cuando el sauce de aquella avenida tenía el tamaño de una taza de té. Cuando los libros eran de piedras, cuando no se había de computadoras y había tantas preguntas... tantas sonrisas; la Tierra decidió casarse con Urano. El día de su boda invito a todos los planetas del sistema solar y a todas las constelaciones del zodiaco. El sol fue su padrino y la luna, su madrina. Unos años después, nació Rubín. Era resplandeciente como su mamá y tenía unos bellos ojos, como su papá. La más linda de las estrellas.

Justamente el día de su cumpleaños, Rubín notó que su madre estaba rara. Tenía los ojos irritados, y observo que cuando tosía, expulsaba un humo negro. La mirada de mamá y su fiel intuición, hicieron que la joven entendiera que allí esta la explicación de su misterioso e insistente sueño. Entendió también que podría ayudarla. Estaba decidida. "¿No estarás por cometer una locura?" - le dijeron algunos... "qué carácter tiene esta niña" - refunfuñaron otros. Sin embargo, la noche anterior a su partida, Rubín durmió tranquila y profundamente y tuvo hermosos sueños.

La muchacha emprendió su viaje. Lo hizo transformada en una chica común y corriente, pero algo en la comisura de sus labios y en la forma de caminar, la hacían parecer a un hada. Rubín camino y camino, trato de convencer a muchos humanos. Algunas de sus palabras fueron dichas con tanta convicción que la oyeron hasta Marte: reserva natural, huma, proteger, animales, bosques...

Algunos se le rieron a carcajadas, otros ni le contestaron. Unos pocos la miraron con atención, pero luego siguieron su camino, presurosos; quizás estaban llegando tarde a alguna reunión... Rubín insistió. Insistió tanto. Hasta que decidió regresar.

Durante su viaje perdió algunas de sus cosas. Pero decidió que no valía la pena volver.

No supimos nada de ella. Sus palabras todavía resuenan en los bares, las plazas, las esquinas, en los edificios: reserva natural, humo, proteger, animales, bosques...

Lo que se parece extraño desde su partida, es que en el cielo ahora hay una estrella que cada noche brilla mas que todas...

BOYS GAGA


LA DECISION


Había una vez una niña que se llamaba Mariela. Ella siempre corría por las calles y veredas de su pequeño pueblo en compañía de su cachorro. Pero un día, volvió a casa sin su mascota.

Al otro día, entristecida y también agotada de preguntar a todos por su perrito, ella fue a la casa de su amiga Agustina para que la ayude a buscar a su mascota por los alrededores.
- ¿donde me llevas? - Dijo Agustina
- No te preocupes - respondió Mariela - ayúdame, vamos a buscar a mi perrito que se me perdió cuando iba al supermercado.
Recorrieron todo el lugar y no lo encontraros. Mariela muy angustiada lloraba porque no podía encontrar el cachorrito que le había regalado su abuelo.
- No te preocupes, que pronto va a aparecer - la consolaba Agustina.
Siguieron caminando y se alejaron demasiado de los sitios que frecuentaban, hasta que lo encontraron. Moviendo la cola sin parar saltaba sobre ellas, reconociéndolas. Pero después de abrazarlo, festejarle sus movimientos, decidieron volver. Recién en ese momento reaccionaron. Se habían alejado demasiado. Comenzaron a caminar, presurosas. Rápido, muy rápido. Pasos gigantes. Agitadas, se detuvieron, levantaron la vista, esperaron. Lo que vieron los sobresaltos. Volvieron sobre sus pasos, se miraron y decidieron no volver nunca masa ese lugar.


KATE


FRIO REFUGIO


Carlos es un chico de la calle. Su techo es un árbol, su cama es el suelo y sus padres, chapas y cartones. Todo lo demás es nada.
Todas sus mañanas se va a una panadería y pide propina... ¿Y que recibe?... el frío o el calor, las miradas hacia cualquier lado. ¿Y si las agujas del reloj giraran? ¿Si miráramos para atrás?

El era como cualquier otro chico. Pero un día su padre y su madre lo llevaban al jardín. Era su primer día. De repente, delante de ellos pararon dos chicos armados y le pidieron la billetera al padre. El se la entrego y pidió que no le hicieran nada a su familia. Los ladrones reaccionaron de una manera inesperada. Le pegaron un tiro. En eso, la madre trata de alejarse con su hijo pero, sin corazón, sin códigos, le dispararon. La mujer siguió corriendo como podía, herido, para salvarlo. Dispararon nuevamente, definitivamente...

Llevaron los cuerpos, borraron las pistas. Lo regaron todo de horror. A el lo llevaron con su abuela.

Pero la tristeza lo siguió espiando desde todos los rincones. No le perdió pisada. No le saco los ojos de encima.

Todo oscuro, todo siguió pasando....Todas las miradas hacia otro lado. Todos los escalones fríos son ahora el refugio.


FIDO
POR EL COMPROMISO AL TRABAJO

Saboreaba una pastilla sabor menta, mientras tanto el automóvil que me había cedido la empresa avanzaba dificultosamente, el camino de tierra era naturalmente irregular, pero su respectivo chofer luchaba ingeniosamente para abrirse paso entre la espesa niebla.

Al principio no había sentido la confianza suficiente para sentarme en el asiento del acompañante y dudo que ese hombre robusto y de pocas palabras se hubiera sentido cómodo viajando conmigo a su derecha, por lo que llevaba media hora de silencio ocupando uno de los asientos traseros y sólo rogaba que no hubiera más demoras ni sorpresas, pues nuestra marcha se había visto aminorada un par de veces, lo que ponía en riesgo nuestra llegada puntual a la tan planeada conferencia.

El camino por el que nos dirigíamos era muy frecuentado, pero esta vez lo noté abandonado y sombrío, probablemente porque nunca lo había transitado después de la puesta del sol, pero aún así, me seguía pareciendo realmente oscuro y digno de aparecer en una película de terror.

Pasados cincuenta minutos desde que nos adentramos en la monotonía de la oscuridad, el paisaje parecía no diferir mucho, era tal como un túnel sin luces ni ferrocarril. Los árboles de la región, siempre cargados de follaje parecían chamuscados y frágiles, la luna invisible detrás de un manto de nubes tormentosas que no dejaban iluminarse; debo confesar que todo esto comenzaba a aburrirme.

Miré mi reloj pulsera una vez más, el tiempo pasaba realmente despacio, pero por cada segundo que pasaba significaba que me acercaba más a la ciudad… y a la conferencia. Me sentía positiva.

Unas gotas de lluvia no tardaron en caer sobre el techo del Citroën:

- deberé reducir la velocidad – Gruñó el excéntrico chofer.
- No hay problema – mentí – Todo sea por nuestra seguridad-. Y lanzando un suspiro me hundí en el respaldar del asiento.
Estaba realmente tensa y fastidiada de mirar por la ventanilla. Toda mi vida había creído en la buena suerte y es más, siempre me había considerado una persona realmente afortunada y exitosa, pero ¿Qué había pasado esa noche?, decidí respirar hondo y relajarme, no podía ser tan malo después de todo.

Emanando confianza pude contemplar como de a poco acercábamos en una zona urbana y con un titilante alumbrado - ¡Sí! ¡Al fin! – dije para mis adentros, más satisfecha que nunca, pero sorpresiva y ridículamente una mano raquítica y de un pálido color verdoso me toma del tobillo tirándome y seduciéndome para que la acompañe a alguna misteriosa y desconocida dimensión –Ay, por favor!- exclamé y golpeé a la perdida mano con mi maletín, que mágicamente desapareció para llegar a tiempo a la convención y nada, nadie ni cualquier mano de procedencia dudosa podían evitarlo.
JENGIBRE

TIEMPO FUERA

Todo sucedió tan rápido que cuando Marina despertó la cena ya estaba lista.
Marina era una joven de cabellos tan oscuros como esa misma noche, ojos de lo más azules y cristalinos océano y piel suave como la brisa. De niña poseía un espíritu indomable, lleno de sueños, metas, inocencia, y esperanzas. Lo que con el tiempo, por supuesto, había cambiado irrefutablemente.
Distintas experiencias de la habían convertido en una joven vacía fría y analizadora. Una muchacha de gran intelectualidad, perfeccionista, detallista y ambiciosa; sin más ilusión que el sarcasmo. Su espíritu era aún joven pero estaba ya muy cansado, y su humilde y soñador carácter se había desapareado del mapa.
La joven llegó a su casa y entró directamente a su habitación, como lo habitual en su rutina, sin socializar con el resto de su familia. Lo único que hizo fue asentir con la cabeza cuando su madre le dijo que en Cunco minutos la cena iba a estar lista.
Guardó sus cosas y se recostó en su cama con los auriculares puestos para distenderse de una larga jornada. Sus párpados comenzaron a pesar, cuando de pronto un fuerte estallido hizo que se levantara de un salto. El sonido parecía provenir del comedor en donde su familia se encontraba reunida. Sorpresivamente, al revisar cada sala de su casa no encontró a nadie.
En su desesperación, salió a la calle y quedó paralizada con lo que vio. El paisaje era como el cuadro de algún famoso artista, todo se veía tan real. Es imposible que fuese real pensó Marina. Era imposible, porque todo se encontraba literalmente como si el tiempo se hubiese detenido. Los edificios parecían de cartón, como los que se usan para la puesta en escena de una obra de teatro, los autos vacíos e inmóviles como si fuesen de juguete, las hojas de los árboles suspendidas en el aire y el reloj de Marina detenido a las diez en punto.
La joven entró en pánico. No había ninguna persona en todo el perímetro. Se empezaron a escuchar pasos, fuertes y prepotentes pasas, millones de pasos, en toda dirección y sentido. Marina observaba hacia todos lados, no había nadie, nada tenía sentido el aterrador sonido de los pasos la estaban volviendo loca. Con sus dos manos se cubrió la cara e inevitable comenzó a llorar sentada en el cordón de la vereda.
- ¡Qué madura solución que encontraste al problema! – de pronto se escuchó.
Marina gritó y se echó para atrás como reflejo en respuesta a la inesperada voz. Fue entonces cuando vio a alguien en la esquina que caminaba viniendo hacia ella. Era un hombre de avanzada edad, completamente vestido de blanco, con un elegante traje y zapatos.
- ¿Y usted quién es? – preguntó la adolescente lloriqueando.
- No tiene importancia – respondió bruscamente-. Lo importante es que vine a avisarte porque tu tiempo en la Tierra expiró.
- ¿Cómo que expiro? – contestó la muchacha muy asustada y confundida. ¿Qué esta pasando? ¿Dónde están todos? ¿Acaso detuvo el tiempo? ¿Estoy soñando o me volví loca?
- ¡Que!, ¿tenés algún problema auditivo nena? Expiró tu tiempo, ¿Qué parte no entendés? Mira querida, loca no estás y soñando menos. El tiempo se detuvo, pero solo para vos, como ya te mencioné, tu tiempo expiró.
- No, no, no, ¡yo no puedo estar muerta! ¡Como me voy a morir tan joven! ¡No es justo! ¡Esto no está pasando! ¿De que me pude haber muerto? ¿Fue el estallido? ¿No? ¿Eso tuvo que ver?
- El estallido y el sonido de los pasos son para anunciar mi llegada. Qué se le va a hacer, me gusta el drama – dijo riéndose el anciano.
Marina no dejaba de llorar y no paraba de hacerle preguntas al hombre, obteniendo nada más que sarcasmo en cada una de sus respuestas.
- ¿Hay posibilidad de que siga viviendo? ¡No me pienso ir! ¡No me quiero ir! – preguntó exaltada.
- No me importa lo que pienses ni quieras. Ahora me voy a ir, te voy a dejar sola para que te prepares.
Luego de llorar y gritar desesperadamente de una esquina a otra, sin mas compañía que la luz de la luna, se tomó su tiempo, el que ya no le quedaba. Recorrió cada rincón de su hogar con nostalgia tratando de recordar cada momento, cada persona, cada imagen, cada sonido, cada aroma. Cada objeto de una caja hallada en su habitación le traían a su memoria pedacitos de la persona que ella solía ser. Se preguntaba qué había pasado con aquella niña.
- ¿Estás lista? – la interrumpió el hombre de avanzada edad.
- ¡No!, ¡pero ya está! Voy a ir a donde sea que me tenga que llevar.
- ¿Qué te hizo resignarte tan rápido?
- No me resigné, es sólo que me acabo de dar cuenta de que hace tiempo ya dejé de vivir. Hace tiempo me convertí en una persona vacía, que lo único que le importa es llegar a tener un futuro lleno de éxito profesional y elogios, una persona cegada por la rutina y el materialismo, y yodo esto a mi corta edad. ¿De qué me sirvió todo? Irónicamente, todo, me sirvió de nada.
Me olvidé de los que amaba, me olvidé de hacer las cosas que siempre quise y que estuvieron a mi alcance. Me perdí de muchas cosas por miedo al cambio. Me concentré solamente en mí, en lo estable, en lo consideraba seguro. Me olvidé de tomar riesgos, de divertirme, de bailar, cantar, reír a carcajadas, de disfrutar hasta lo más simple de las cosas, me olvide de escuchar a los demás, me olvidé de amar, me olvidé de soñar.
- ¡La cena esta lista!- escucha y su corazón recobra el ritmo perdido en la infancia.


S.T.


EL REY DRAGON

Hace un tiempo, un suceso fue tan raro como la sequía que estaba pasando nuestro pueblo, el arroyo del cual vivía la tribu se había secado de la noche a la mañana.
Una enorme criatura llegó arrastrándose a la orilla del río como si estuviera en su lecho de muerte. Un bicho extraño: de ojos verdes, cuerpo de víbora, cabeza de yacaré, cuernos de toro y grandes colmillos. Su cuerpo estaba cubierto por barro, musgo y hasta hongos. Ni siquiera se podía ver de qué color era.
En la orilla la gente se fue acumulando, todas curiosas por saber qué era esa criatura. Pero nadie se atrevía a acércasele, excepto mi hermano menor; traté de detenerlo, pero era un joven muy terco con sueños de valentía.
Se acercó hasta el hocico del ser, éste ni se movía, ya que no tenia fuerzas para hacerlo. Mi hermano intentó tocarlo pero la bestia no lo dejo. El tonto volvió a intentar y pudo ver que tenia algo atorado entre las escamas del pecho, una especie de vara no lo dejaba respirar. Pero no podía hacer el intento de sacarla sin que el moribundo no gimiera.
Asó que fui a ayudarlo, pero ni los dos juntos podíamos desatorar la insignificante vara. Llamamos a los demás, todos se miraban con temor, como diciéndose entre si quién daría el primer paso. El primero fue Jock, el tipo se creía el más fuerte de la tribu, y después de a poco fueron acercándose el resto. Creíamos que si le aliviábamos ese dolor el animal se marcharía.
Toda la tribu tiraba de una soga que le atamos a la vara. El prime intento falló, y pensábamos que cómo podía ser que ni todos juntos podíamos sacarle la vara al lagarto. Pero de a poco íbamos sacándola.
Pero la cosa se ponía más extraña porque a medida que tirábamos, la vara se convertía en un montón de basura, se veía restos de pieles, rocas enteras y hasta armas, todo unido por una mezcla de barro y viscosa. Cuando logramos sacar por completo todo lo que tenía adentro, la bestia produjo un gruñido, creíamos nosotros que era de alegría que se mezclaba con la nuestra.
Pero como les decía; la situación se volvía cada vez más desconcertante, la criatura sacudió y rodó por el lecho del río, sacándose todo lo que llevaba encima. Y por fin pudimos ver de qué color era. De un color naranja calabaza que cegaba cuando brillaba la luz del sol de verano. Recién entonces el anciano sabio de la tribu pudo reconocer al lagarto. Era Ichimaye, el espíritu protector del arroyo, y también llamado, el rey de los dragones.
Yo no entendía cómo un ser tan sagrado terminó tirado en el lecho del río como si estuviera muriendo, como si fuera un simple cadáver. En ese momento nos dimos cuenta de lo que nuestro desprecio causaba a la naturaleza. El cacique le ofreció sus disculpas y las de toda la tribu por ser la especie que le causó este inconveniente tan desagradable.
Pero lo raro no terminó aún; el lagarto habló con una voz fuerte y grave: “Acepto sus disculpas, y les agradezco que me ayudaran. Por ellos, en recompensa, les devolveré su tan preciada agua!.
El dragón se fue arrastrando a gran velocidad, muy diferente a cómo llegó. Al ver tal majestuosidad el cacique nombró al río “El rey Ichimaye”.
Mi hermano se convirtió en el líder de los guerreros y fue otorgado con el honor del más valiente. Yo me volví el sabio de la tribu y sigo trasmitiendo esta historia a las generaciones futuras.

VAMPIRESA

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